
Habia una vez, un muñeco de madera llamado Pinocho. Ese muñequito soñaba y soñaba con alguna vez poder jugar al futbol. Un dia sábado, allá hace mucho tiempo, conocio a unas personitas que estaban jugando a este noble deporte, y les pidió si pódia jugar un ratito, explicandoles que ese era su sueño. Norman, uno de los ancianos de aquellas personitas, a lo primero se negó rotundamente, pero luego pensó que sería divertido ver a aquel muñeco tratando de mantenerse en pie sobre el duro cemento. Pinocho se puso al lado de todos, apoyado en la pared, para que comiencen a armar los equipos. Luego de un largo "pan y queso" entre Norman y el mas anciano de todos, el abuelo Ruben, comenzaron a formarse los equipos. Al haberse elegido todos los jugadores, solo quedaba Pinocho, apoyadito contra la pared. Norman y Ruben se peleaban por Pinocho:
-"Juega para vos".......
-"No, juega para vos..."- se escuchaban las discuciones
-"Bueno, si juega para vos te doy 100 mangos"- se escuchó a el abuelo Ruben, casi susurrando al oido de Norman.
-"Si no son 200 no hay trato"- dijo este
-"Trato hecho...."- por fin dijo Ruben
Y así comenzó el partido. Y como era de esperarse, Pinocho no tocó ninguna pelota en casi todo el partido, y las pocas pelotas que tocaba, las tiraba a cualquier parte. O simplemente, pisaba la pelota y se caia. Esto causaba la rabia de Norman que le decia, entre risas y llanto:
-"Sos malo, pero como me hacés divertir...."
Pero a Pinocho, lo unico que le importaba era intentar jugar a la pelota, y poder divertirse con sus nuevos amiguitos, aunque la mayoria de las veces tenía que escaparse de la cancha, para que sus amiguitos no lo prendan fuego con kerosen.
Pasado mucho, pero mucho tiempo, Ruben está mas abuelo, Norman es cada vez mas y mas anciano y a Pinocho ahora lo conocen como PITUL. Aún se siguen juntando todos los Sábados a jugar al futbol, aunque PITUL siga siendo de madera, siga pateando a cualquier lado, pisando la pelota, cayendose solo, y siga haciendo llorar a su equipo y reir al resto.